lunes, 6 de abril de 2009

Sobre Cartas Abiertas, a de Stevenson al reverendo C. M. Hyde.



En el prólogo a las fábulas de Stevenson, Borges escribió:

"Stevenson no fue un hombre religioso. Fue algo mejor, fue un hombre ético.
Un personaje de Bernard Shaw declara que ha dejado atrás el soborno del cielo:
Stevenson huviera podido agregar que ha dejado atrás la amenaza del infierno."




Y hoy leyendo Página me encuentro con la contratapa de Sasturain en donde comenta un intercambio de cartas que tuvo Stevenson en su momento con un reverendo presbiteriano Hyde justo ese apellido tenía, ojo Stevenson había escrito su obra 4 años antes del intercambio de cartas.

"La diatriba de Stevenson es una respuesta airada a una carta que Hyde le envió al reverendo H. B. Gage en agosto del año anterior y que fue recogida por la prensa religiosa presbiteriana, “secta” –la expresión es de Stevenson– a la que él mismo, como los citados, pertenecía. En su carta, el religioso degradaba y menospreciaba la figura y la obra de un cura misionero católico –el belga Joseph de Veuster, conocido como El Padre Damián– que había muerto pocos meses antes en el lazareto de Malokai, en Hawai, al que había dedicado su vida hasta morir leproso junto a los internos."

"Pocas veces se ha descripto con mayor precisión, santa furia ética y grandeza y humildad de espíritu, la miseria del alma humana que aflora –disfrazada de rigor crítico– en la envidia y la bajeza de miras. Que cada cual se ponga (nos pongamos) el Mr. Hyde que le (nos) caiga y quepa."







La carta, o un fragmento de la carta de Stevenson está acá.

Hay una poesía muy linda de Borges sobre Stevenson que no conocía:

A ti también, en otras playas de oro,
te aguarda incorruptible tu tesoro:
la vasta y vaga y necesaria muerte

En la página de la Jornada está la carta del Reverendo C. M. Hyde en donde el reverendo lo manda recontra en cana al sacerdote católico:

La carta del Reverendo C. M. Hyde:

" Querido hermano. En respuesta a sus indagaciones sobre el padre Damián, sólo puedo contestar que nosotros que lo conocimos estamos sorprendidos con las extravagantes alabanzas del periódico, como si fuera un muy santificado filántropo. La simple verdad es que era un vulgar hombre sucio, testarudo y fanatizado. No fue enviado a Molokai, sino que fue ahí sin órdenes; no
permaneció en el asentamiento de los leprosos (hasta que se volvió uno él mismo), sino circulaba libremente por toda la isla (menos de la mitad de la isla está dedicada a los leprosos), y venía a Honolulu a menudo. No tomó parte en las reformas y mejoras realizadas, que fueron trabajos de nuestra Junta de Salud, como lo requería la ocasión y los medios provistos. No era un hombre puro en sus relaciones con las mujeres, y la lepra que lo mató debe atribuirse a sus vicios
y descuidos. Otros han hecho bastante por los leprosos, nuestros propios ministros, los médicos del gobierno, pero nunca con la idea católica de merecer la vida eterna. Suyo, etc., C. M. Hyde."



Y Stevenson se saca y le responde....

"Damián era SUCIO."

Lo era. ¡Piense en los pobres leprosos molestos con este sucio camarada! Pero el
limpio Dr. Hyde estaba con su comida en una buena casa."




Sobre si tenía o no relaciones con las mujeres:

"Pero temo que usted apenas pueda apreciar cómo aparece ante sus prójimos; y para llevarla a su casa, supondré que su historia es verdadera. Yo supondré (y Dios me perdone por suponerlo) que Damián falló y tropezó en su angosto sendero del deber; supondré eso, en el horror de su aislamiento, tal vez en la fiebre de la enfermedad incipiente, él, que estaba haciendo mucho más de lo que había jurado, falló a la carta de su juramento sacerdotal (él, que era un hombre mejor
que usted o que yo, que hizo lo que nosotros no nos habríamos atrevido a soñar) él también demostró nuestra fragilidad común. "¡O, Yago, lástima de eso!" El menos tierno debería conmoverse hasta las lágrimas; el más incrédulo hasta rezar. ¡Y todo lo que usted pudo hacer fue escribir su carta al reverendo H. B. Gage!"




Y Stevenson venia de una familia presbiteriana, no era católico....


No conocía la carta que había escrito Stevenson y me gustó mucho, supongo que no debía ser fácil escribirla en ese momento y los presbiterianos hicieron sus desastres en Hawaii (esa es una asignatura pendiente que tenemos los argentinos, honrar nuestro tratado con el rey Kamehameha I e ir a liberar Hawaii...pero esa es otra historia...)



Fuentes:



De Stevenson

Bajo el inmenso y estrellado cielo,

cavad mi fosa y dejadme yacer.

Alegre he vivido y alegre muero,

pero al caer quiero haceros un ruego:

Que pongáis sobre mi tumba este verso:

“Aquí yace donde quiso yacer;

de vuelta del mar está el marinero,

de vuelta del monte está el cazador”.

Epitafio de la tumba de

Robert Louis Stevenson

Fuente La Máquina del Tiempo.

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